lunes, 12 de mayo de 2014

La Ruta del Sol (o Ruta del Spondylus)

Como cambiar de país. Descender de la Sierra a la Costa ecuatoriana es como cambiar de país. Y no sólo por las 7 horas que supone llegar a las playas, sino por el ambiente, la gente y su actitud ante la vida.

La Costa es el paraíso de las hamacas y Montañita, mi primera parada, la panacea de los rastas y surfers argentinos y chilenos. Muy de mi estilo, sí :), pero quizá demasiado artificial. Y sobre esto me reafirmo nada más desembarcar en Puerto López, un pueblo pesquero con mucha marcha, impulsada por la población local (a diferencia de lo que ocurre en Montañita). En Puerto López, la música está presente 24h. Y cuando digo 24h es 24h. La noche del sábado llegué a pensar que, en vez de en un hostal, me había quedado dormida en el sofá de alguna discoteca...¡Too much!

Sin haber descansado mucho, aprovecho que el pueblo aun se despereza y que el sol aprieta con fuerza desde primera hora en la costa ecuatoriana, para darme mi segundo baño en el Pacífico (!!) y el segundo del año. Ya refrescada y con el pelo mojado para que me vaya hidratando (cual cactus), coincido con una familia que me invita a subirme en la zona de carga de su pick-up. "Suba, que la llevamos!".
 
A los 10 min, me indican desde dentro de la furgoneta: "Baje, ya es aquí!". "Grasias!!", les contesto con la mejor de mis sonrisas. Me sueltan en la entrada del Parque Natural Machalilla, uno de los sitios más espectaculares en los que he estado nunca. Siguiendo las indicaciones del guardia de seguridad, camino por una senda de tierra escuchando el sonido de los pájaros, el ruido de las lagartijas, lagartos y lagartazos apartándose de mi camino, el de mis sandalias, y mi respiración, acelerada por llevar a los hombros dos mochilas y caminar bajo un sol de justicia. El premio al esfuerzo es la Playa de los Frailes, 1.4 km de arena blanca completamente virgen que no acabo de saborear tanto como me hubiese gustado porque 1) las avispas se han convertido en las mejores amigas de mi colorida mochila y 2) porque no quiero tentar al mar de fondo que domina en la orilla.

De regreso, presencio lo que podría haber sido una escena de algún culebrón venezolano ecuatoriano de esos que gustan tanto por aquí. Nada más salir de la estación terrestre (esto es, la estación de autobuses) se oyen golpes en un lateral del autobús: "¡Pare! ¡Pare!". Y frenazo. "Los destrosó, los deshizo!". Yo, sentada en el lado opuesto del autobús temo lo peor y ni siquiera me atrevo a mirar por la ventana, como hacen el resto de pasajeros. Pero la curiosidad mató al gato, así que le pregunto a la señora del asiento de delante: "¿qué pasa?". Y me responde, "¿sabe el hombre que tenía los sacos de naranjas y bananos? Se los destrosó, se los deshizo". Asomo un ojo por la ventana. Un río de zumo de naranja recorre el suelo de la estación. El dueño de dichos sacos no deja de echarse las manos a la cabeza. Su mujer, histérica. Gritos. Más gritos. Cada vez más personajes se acercan y sentencian: !No, es que usté...!" "¡Pero qué culpa tiene el conductor si el hombre está en el medio!" "¡Págueselo, págueselo!". En medio de la trifulca aparece el que debe ser un jefecillo del servicio de autobuses que, con gesto de resignación, le extiende un billete de $20 al vendedor ambulante. "Cállese", le dice. El pobre hombre intenta recoger las pocas naranjas y bananos que han sobrevivido y nosotros arrancamos, sin ningún tipo de compasión por parte del conductor. En ese momento, me pregunto si el hecho de que el conductor del autobús conduzca descalzo habrá tenido algo que ver en el "atropello"…

Al rato, la señora a la que le acabo de preguntar, me devuelve la pregunta para saciar ahora su curiosidad: "¿está haciendo la Ruta del Sol, señorita?" Así es. Mis rojas mejillas indiscutiblemente me delatan. Y aunque me quedo en la mitad de la misma, por falta de tiempo, espero volver pronto para terminarla. No tanto por llegar a una meta como si del Camino de Santiago se tratase, sino por el ambiente, la gente y su actitud ante la vida.
 






 

 

1 comentario:

  1. jaaj dos cosas: el accidente de bus me recordo el verdaderamente tragico accidente de bus en Amsterdam! y dos encontraste tu ambiente caribeño en Ecuador ! jaja besitos guapa y portate mal.........
    AmaD

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