miércoles, 14 de mayo de 2014

El autobús: algo más que un medio de transporte

Viajar en autobús es una de las cosas que más me gusta en este país. El autobús es el medio de transporte más común en el Ecuador, el más usado y, probablemente, me atrevería a decir, el más eficiente. La red de conexiones abarca todo el Estado y sus precios están al alcance de la vasta mayoría (generalmente $1 por cada hora de trayecto y, en el caso de los buses urbanos, $0.20 o $0.25).
 
El autobús  facilita realmente la vida de los ciudadanos. Primero por la cómoda movilidad que  ofrece y es que aquí cada uno establece su parada donde le conviene, es decir, el autobús deja y recoge a viajeros en cualquier lugar de la ruta, sin necesidad de estar en una parada tradicional o apeadero. Eso sí, la parada es casi imperceptible. El bus aminora la marcha en el lugar que el viajero le indica y éste salta, ¡sin que el autobús se haya detenido completamente! Ni os cuento el espectáculo cuando son más de uno los que se quieren bajar o subir… C-R-A-Z-Y!
 
Además de facilitar la vida a los pasajeros, el autobús sirve también de punto de venta para muchos vendedores ambulantes, especialmente los de comida. En los viajes largos, cuando el autobús hace paradas en pueblitos, gasolineras o peajes, una decena de, normalmente, hombres invaden el pasillo del autobús con sus bandejas repletas de seco de pollo, empanadas, tamales, humitas, pan de yuca, tortillas de maíz, tortillas de choco, chaulafán, bolón de verde, chifles, sanduches (bocadillos), patacones, sandía recién cortada, oritos (plátanos); o con jarras de jugos de tamarindo, de coco, de maracuyá, leche de soya, agua fresca, jugo de naranjilla, de mora, morocho… “Agua, agua, agua", "Jugo, cola helá, cola helá". En fin, ¡toda una variedad de productos al servicio del viajero! Lo gracioso de la historia es que los conductores no esperan a que el vendedor haya acabado de vender sus artículos (faltaría más!), sino que ellos arrancan y, una vez el vendedor ha acabado de ofertar sus productos, se acercan a la puerta (que está siempre abierta…), saltan para bajarse y deshacen a pie, me imagino, la distancia que los separa del peaje o pueblo donde se han subido para vender.
 
El otro día se subió un chico joven, que decía ser padre de 2 niños, vendiendo 3 chocolatinas por $1. Entre otras cosas, en su discurso contaba que el gobierno de Correa había hecho que, por ejemplo, el chocolate (lo que él vendía) estuviese al alcance de todos, de todos los que tenían plata, apuntilló. Sin embargo, lo cierto es que los datos indican que, desde el 2007, momento en el que la administración de Correa empieza a gobernar, el salario básico se ha incrementado un 87%, y una familia promedio puede cubrir el 100% de la canasta vital, es decir, de los productos esenciales para sobrevivir. Además, en este periodo, las desigualdades entre el 10% más rico y el 10% más pobre se han reducido (a diferencia de lo que ha ocurrido en otros lugares del planeta en los últimos años…). Así que, entiendo que el mensaje del joven vendedor le sea útil para tocar la fibra sensible/corazoncito del pasajero y vender alguna chocolatina extra. Es más, incluso yo, a sabiendas de esos datos, probablemente le hubiese comprado las chocolatinas. Una pena que las chocolatinas tuviesen galleta y yo sea gluten-free.
 



*estas fotos son de google, puesto que tampoco me gusta hacer fotos a todo quisqui cual guiri, pero reflejan perfectamente la realidad que estoy contando ;)

1 comentario:

  1. Nice! Yo me pondría las botas con el servicio de cátering que ofrecen a bordo! ;)
    ali

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