Viajar en autobús es una de las
cosas que más me gusta en este país. El autobús es el medio de transporte más
común en el Ecuador, el más usado y, probablemente, me atrevería a decir, el
más eficiente. La red de conexiones abarca todo el Estado y sus precios están al
alcance de la vasta mayoría (generalmente $1 por cada hora de trayecto y, en el
caso de los buses urbanos, $0.20 o $0.25).
El autobús facilita realmente la vida
de los ciudadanos. Primero por la cómoda movilidad que ofrece y es que aquí cada uno establece su
parada donde le conviene, es decir, el autobús deja y recoge a viajeros en
cualquier lugar de la ruta, sin necesidad de estar en una parada tradicional o apeadero. Eso sí, la
parada es casi imperceptible. El bus aminora la marcha en el lugar que el
viajero le indica y éste salta, ¡sin que el autobús se haya detenido completamente! Ni
os cuento el espectáculo cuando son más de uno los que se quieren bajar o subir…
C-R-A-Z-Y!
Además de facilitar la vida a los
pasajeros, el autobús sirve también de punto de venta para muchos vendedores
ambulantes, especialmente los de comida. En los viajes largos, cuando el
autobús hace paradas en pueblitos, gasolineras o peajes, una
decena de, normalmente, hombres invaden el pasillo del autobús con sus bandejas
repletas de seco de pollo, empanadas, tamales, humitas, pan de yuca, tortillas
de maíz, tortillas de choco, chaulafán, bolón de verde, chifles, sanduches
(bocadillos), patacones, sandía recién cortada, oritos (plátanos); o con jarras
de jugos de tamarindo, de coco, de maracuyá, leche de soya, agua fresca, jugo
de naranjilla, de mora, morocho… “Agua, agua, agua", "Jugo, cola
helá, cola helá". En fin, ¡toda una variedad de productos al servicio del
viajero! Lo gracioso de la historia es que los conductores no esperan a que el
vendedor haya acabado de vender sus artículos (faltaría más!), sino que ellos
arrancan y, una vez el vendedor ha acabado de ofertar sus productos, se acercan
a la puerta (que está siempre abierta…), saltan para bajarse y deshacen a pie,
me imagino, la distancia que los separa del peaje o pueblo donde se han subido
para vender.
El otro día se subió un chico
joven, que decía ser padre de 2 niños, vendiendo 3 chocolatinas por $1. Entre
otras cosas, en su discurso contaba que el gobierno de Correa había hecho que,
por ejemplo, el chocolate (lo que él vendía) estuviese al alcance de todos, de
todos los que tenían plata, apuntilló. Sin embargo, lo cierto es que los
datos indican que, desde el 2007, momento en el que la administración de Correa
empieza a gobernar, el salario básico se ha incrementado un 87%, y una familia
promedio puede cubrir el 100% de la canasta vital, es decir, de los productos
esenciales para sobrevivir. Además, en este periodo, las desigualdades entre el
10% más rico y el 10% más pobre se han reducido (a diferencia de lo que ha
ocurrido en otros lugares del planeta en los últimos años…). Así que, entiendo
que el mensaje del joven vendedor le sea útil para tocar la fibra sensible/corazoncito del
pasajero y vender alguna chocolatina extra. Es más, incluso yo, a sabiendas de
esos datos, probablemente le hubiese comprado las chocolatinas. Una pena que
las chocolatinas tuviesen galleta y yo sea gluten-free.
*estas fotos son de google,
puesto que tampoco me gusta hacer fotos a todo quisqui cual guiri, pero reflejan perfectamente la realidad que
estoy contando ;)
Nice! Yo me pondría las botas con el servicio de cátering que ofrecen a bordo! ;)
ResponderEliminarali