miércoles, 28 de mayo de 2014

Formal informalidad

Antes de vernos para realizar la entrevista y que me diese los documentos que habíamos acordado, lo he llamado tal y como habíamos quedado: “Llámeme antes de vernos, sobre las 10h de la mañana”. Minutos antes de las 10h, he bajado al locutorio, al mismo al que había ido en otras ocasiones para llamar a España, y le he pedido una cabina a la chica, que ya me conoce. “¿A España?” me ha preguntado. “No, a nacional, a un celular”, le he respondido yo. “Pase nomás a la cabina 1”, me ha indicado. Justo la cabina que estaba al lado de la puerta de salida del local.
 
He marcado el número y a los pocos tonos me ha respondido el entrevistado. Al no reconocer mi voz, me he presentado de nuevo y le he preguntado que cómo y dónde quedábamos finalmente para hacer la entrevista. “Perdóneme, mija, pero aun no he podido conseguir los documentos. Veámonos el viernes mejor, ¿sí? Llámeme sobre esta hora, sobre las 10h. del viernes”.
Me he despedido diciéndole que no se preocupara, que buscaría un hueco en mi apretada agenda del viernes para entrevistarlo, y he colgado. He abierto la puerta de la cabina y he empezado a caminar, cavilando sobre cómo iba a reorganizar mi día sabiendo que, con la cancelación de la entrevista, tenía la mañana desocupada (como dicen aquí) y, por el contrario, demasiadas cosas programadas para el viernes. “Quizá si ahora voy a… o no, mejor cojo el ordenador y…”. Mientras barajaba todo tipo de posibilidades en las que invertir la mañana después del cambio de planes que había supuesto esa llamada, oigo: “¡Mija, mija!”. Por alguna razón, mi subconsciente ha entendido que me llamaban a mí. He vuelto la mirada hacia atrás y he visto a la dependienta del locutorio en la puerta del local. En ese momento, me he echado las manos a la cabeza. Me acababa de ir sin pagar.
 
Abochornada, he vuelto sobre mis pasos y me he disculpado mil veces con la chica. “No sé dónde tengo la cabeza” le he dicho, a la vez que le entregaba los $0,20 de la llamada.
En realidad, sí sé dónde la tengo: en intentar entender (que difícilmente adaptarme a) la formal informalidad con la que se hacen las cosas aquí. Por suerte, este despiste me ha pasado con 20 centavos y no con $2 que valen los almuerzos de 2 platos, jugo y postre. Esto de los almuerzos, sin embargo, aun lo estoy intentando entender porque lo que es adaptarme, estoy más que adaptada.

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