jueves, 15 de mayo de 2014

De blancos y negros

En realidad yo creo que me equivoqué de profesión. En realidad yo creo que tendría que haber sido editora de guía de viajes: comer aquí, sí, cantidades abundantes, precios razonables; comer aquí, no, menús repetitivos. Lavandería de la calle Gran Colombia, sí; lavandería de la Juan Jaramillo, no, calcetines desparejados. Dormir aquí, recomendable; dormir allí, no, no cambian las sábanas. Visitar el museo X, sí, interesante; visitar la exposición Y, no, ni gratis. Bus de la Catedral a la estación terrestre, sí, aunque parece cerca, lo cierto es que hay demasiada distancia para ir caminando, especialmente cuando llueve (que suele ser siempre); caminar de Montañita a Olón, no, a pesar de que te digan que está cerca, caminar por el lateral de la carretera nacional no es la mejor idea. Confiar en los trabajadores de la terminal de autobuses cuando te dan los horarios de partida, no, a no ser que te apetezca hacer un ejercicio de observación en la estación durante horas; desconfiar de los vendedores ambulantes, ¿por qué?, conocen los mejores lugares para comer y los más baratos. Regatear en el mercado, sí rotundo, sales ganando; regatear a los taxistas, nunca, te dejan tirado. Aprender quechua, ¿pa’ qué?, se van a reír en tu cara; saludar con un Assalaamu alaykum al único pakistaní del pueblo, claro, te va a regalar un kebab. Facturar chanclas de plástico en la maleta, imprescindible, nunca sabes qué duchas te vas a encontrar; cargar con libros de lectura, inútil, el entretenimiento está a través de la ventana. Pedir un helado en la Costa, no, lo más probable es que esté desecho antes de abrirlo por el bajo voltaje de la electricidad; pedir un chocolate caliente en la Sierra, tampoco, lo más parecido a tu comanda probablemente sea un Cola-Cao turbo frío. Contratar excusiones en agencias turísticas, no-no-no; montarte tu propia excursión, sí-sí-sí. Sobrestimar los precios orientativos de internet, siempre, pues aquí y en Pekín cada año suben los precios; sobrestimar la hora de llegada de la gente, por supuesto, aun así te quedarás corta. Seguir a raja tabla los consejos de las guías turísticas, no, Puerto López mola, diga lo que diga la guía; dejarte llevar por tus intuiciones, ALWAYS.
 

*Aviso: cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. (O no).



 

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