miércoles, 12 de agosto de 2015

Otra de autobuses

Yo era fiel acérrima de la afirmación “con Correa ya no hay corrupción”, sin embargo el otro día se me acabó el argumento. Ya me habían contado la historia de los $5, pero nunca lo había vivido in-situ.

No habíamos salido del terminal de autobuses de Santo Domingo, que el chofer ya se estaba quejando del exceso de pasajeros que llevábamos. Y ley de Murphy: a los pocos kilómetros, control policial. Nos hacen parar y le piden la licencia al conductor. “Póngase detrás del otro bus”, al que también habían detenido, nos indican.
En ese momento, el conductor saca un estuche de la guantera izquierda y extrae un billete de $5 y murmura: “Lucho”, extendiéndole el billete de cinco al copiloto. Obedeciendo, Lucho baja del autobús con los 5$. A los dos minutos, regresa. Con un “vamos”, le indica al conductor que retome la marcha, no sin antes entregarle de vuelta su licencia de conducción. Y sin rastro del billete de $5.

Como se habían vendido más boletos que asientos disponibles en el autobús, voy sentada en un banquito detrás del conductor y observo esta escena desde primera fila. “Estos guambras* del terminal son unos aventajados”, reclamaba el chofer sobre los vendedores de boletos del terminal, incluso antes de tener que pagar los platos rotos por el exceso de pasajeros.
No sólo los policías están haciendo su particular agosto del puente de 3 días…,todo aquel que está metido en alguna actividad relacionada con los serranos-domingueros que aprovechan el feriado para ir a la costa, está al acecho.

Curiosamente, mientras escribo estas líneas en el que es el cuarto autobús del día, levanto la mirada para ver por qué hemos parado otra vez, y la siguiente frase en una pegatina capta mi mirada: “media fruta mala corrompe y daña a la fruta buena”. ¡Eso mismo pienso yo!


*chicos


 
 

domingo, 10 de mayo de 2015

De recopilaciones

Superado el trauma de las corvinas de Febrero, estos meses han sido de reencuentros y despedidas; baños en el Pacífico y aguas termales; de temazcales; de trabajo, mucho trabajo; de sonrisas, sudor y lágrimas; de skypes; de ensaladas de fruta y morochos; de boda; de disfraces de monja y de chola que no hacen más que confirmar la frase “las apariencias engañan”; de conflictos y de resolución de conflictos; de arroz y más arroz (¿ no era que me gustaba?); de tele transportaciones a la India los domingos por la noche con los platos especiados del Paki y sus videos bolliwodienses; de playas paradisíacas; de nuevos sellos en el pasaporte, de Perú; de estrés; de visitas a la zona rural y mingas; de curso de gestión de riesgos y desastres, y de terremotos de 5,8 grados en la escala de Richter; de aniversarios de llegada al Ecuador; de mucho Romeo y poco Marc; de mucho comer y poco correr, a excepción de los 15k; de mucha resistencia y poca velocidad; de reuniones; preguntas indecentes; cuidados intensivos al bonsái que se marchita delante de la terraza; de partidos de futbol de primera división que parecen de tercera, y empates que enloquecen a la grada; de regalar trocitos del músculo que bombea en mi pecho a viajeros, enfermos y anónimos; de pérdida de anonimato y ratos pensando en ello; de infinitas carcajadas nocturnas con Leo Harlem; de comerciantes bravos; de ideas magistrales y olvidos garrafales que cuestan puestos de trabajo y unas cuantas canas.
 
Tras las corvinas de Febrero, sólo espero/deseo que la venta de pescado en esta lonja no cese o, al menos, siga tan animada como hasta ahora.

 



 

domingo, 15 de febrero de 2015

Corvinas machaleñas

Ojos que no ven, corazón que no siente. Eso es lo que pensé mientras veía cómo metían el pescado en el autobús de Machala (ciudad costera y pesquera del sur de Ecuador) con destino Cuenca (ciudad serrana).

Las cajas de pescado eran tan pesadas que era imposible no arrastrarlas; rozando por el suelo aquellas colas de corvina que se escapaban de los plásticos en las que iban envueltas. Los 32º y la humedad del momento hacen inevitable que el esfuerzo de los dos mozos que empujan las cajas, no resulte en gotas de sudor chorreando sobre las escamas de las corvinas. Para más inri, alguna cucaracha ronda la zona y, por descontado, las moscas revolotean las cajas enviciadas por el olor de los peces.
Yo observo la operación a escasos dos metros. Me gustaría echarles una mano. Sin embargo, lo que hago es contener alguna tímida carcajada. En realidad, la situación es tan surrealista que en ese momento no sé si morirme de risa o morirme de asco. Seguramente, la misma duda me surja mañana cuando me digan: “ de segundo tenemos corvina”.





lunes, 9 de febrero de 2015

10 cosas que...

10 cosas que no dejan de sorprenderme:

1.       Que tu estado civil sea pregunta obligada en cualquier trámite, tipo abrir una cuenta en el banco o firmar un contrato de trabajo…: ¿soltera, casada, viuda?
2.       Que el café, tinto, sea  el refrigerio de las 17h de la tarde.
3.       Que lo formal y normal sea lo informal y lo improvisado a última hora.
4.       Que los niños del balcón de enfrente se pasen el día en el balcón, incluso durante las horas de colegio.
5.       Que entres a cualquier institución pública y el sonido de fondo sea las funcionarias coreando a Prince Royce, con la radio en volumen 100.
6.       Que algo tan simple como una salsa de ají (esto es, cilantro, cebolla, ajo, limón, sal y ají) tenga un sabor tan diferente en cada picantería.
7.       Que Dori lleve 20 años trabajando entre lavadoras y secadoras 24 horas al día, 7 días a la semana.
8.       Que los mediodías sean tan calurosos y las noches tan frías.
9.       Que ya haya pasado un mes desde que regresé a estas cuatro paredes que tan bien me acogen.
10.   Que los chinos se unan, como yo, a la migración a tierras ecuatorianas.

martes, 3 de febrero de 2015

Mediando bajo la luz de una vela

La luz de la luna llena no es suficiente para iluminar la sala de la Casa Comunal. La empresa pública encargada de gestionar la luz y el agua de la Casa Comunal en la que nos encontramos ha cortado los servicios por el impago de numerosas facturas. Así que no hay ni luz, ni agua. La directiva que representa a los vecinos del barrio culpa a la Asociación de Sordo Mudos de haber generado tal deuda en los últimos meses, y se desentiende del impago. El Presidente de la Asociación de Sordo Mudos, por su parte, a través de la intérprete, manifiesta su conformidad con hacerse cargo de la deuda del agua, pero no así de la factura de la luz, pues según él, la directiva barrial también ha contribuido al gasto de la electricidad.

Mi función en la sala es propiciar algún tipo de acuerdo entre los vecinos y la Asociación de discapacitados. Por suerte, otro compañero de Desarrollo Social está allí, y entre todos conseguimos una justa distribución de las salas de la Casa Comunal y un incipiente acuerdo en cuanto a los pagos de las facturas. Acuerdo que se firma bajo la luz de una minúscula vela puesto que, aunque la luna ya está un poco más arriba dos horas después del inicio de la sesión, no es suficiente para iluminar los cinco puntos de acuerdo.
A pesar de la oscuridad del sitio , yo contenta. Primera misión resuelta satisfactoriamente.

lunes, 2 de febrero de 2015

Vacas y procesiones en las carreteras del Ecuador

El hecho de que aquí la distancia se mida en horas y no en kilómetros es muy revelador. Cuenca-Quito: 10 horas. Cuenca-Guayaquil: 4 horas. ¿Cuántos kilómetros los separan? Nadie lo sabe. Ni siquiera las señales de tráfico (si es que las hay…)  indican los kilómetros que faltan para llegar a un sitio (en la mayoría de los casos).

De todos modos, la referencia temporal no es más que eso, una referencia; pues normalmente hay que sumarle un par de cuartos de hora más. El viaje siempre te tiene preparado unos cuantos imprevistos. En el camino, se cruzan rebaños de vacas que descaradamente desobedecen las órdenes de su pastor, y ni siquiera se molestan con los desesperados pitidos de los conductores afectados. Las vacas, a su ritmo, invaden los carriles de la carretera, hasta que los coches ya casi las empujan con la propia carrocería hacia los laterales. Cuando no son las vacas, las procesiones interrumpen el tráfico. Procesiones religiosas a las 10 de la mañana de un domingo en pistas forestales secundarias (que no deben ni estar en el mapa), en las que nunca pensarías encontrarte un alma. Y, por desgracia, los accidentes también son un motivo (bastante, bastante) frecuente en la paralización del tráfico.
Así que bueno, después de unos meses aquí, he aprendido que cero credibilidad a cualquier referencia temporal. "Sí, mija, mañana. Mañana, ya firma el contrato”. Sigo esperando. O sea que, nada, paciencia. Y mientras tanto, ¡a seguir haciendo horas de autobús!





lunes, 26 de enero de 2015

Con un pie en el Oriente

Empieza a amanecer. Después de 9 horas, el negro negruzco que se ve a través de la ventana escampa y se transforma en un azul oscuro, que poco a poco se convierte en un azul más claro, combinado de rosa, naranja, rojo y amarillo. Con la luz del sol, el calor húmedo del Oriente ecuatoriano entra por la puerta del autobús, cada vez que se abre para recoger a los trabajadores que empiezan su jornada laboral con los primeros rayos del sol. Es el calor de la selva. Estamos llegando a Puyo. Parada para recargar pilas con un bolón de chicharrón y carne, y un tazón de leche. Con el estómago contento, seguimos. Faltan 2 horas hasta Tena. El paisaje confirma que la Sierra andina queda atrás. Ahora, la vegetación, los ríos, y el calor son abrumadores y tropicales. Y esto es sólo la entrada al Amazonas…
 
En Tena desde luego empieza otro mundo. Otro Ecuador. Los niños comen el producto escondido en las cañas de los árboles; los perros pasean por la Iglesia donde imparto el curso de desarrollo sostenible; el ritmo es pausado (más aun si cabe); las peluquerías el servicio más común en las cuatro calles que conforman la ciudad; los anuncios con actividades de deportes de aventura, el mayor atractivo turístico; y la lluvia, torrencial. En Tena, me doy cuenta de que Ecuador es tan diverso que yo sólo quiero seguir viajando para poder descubrir su riqueza.


 

miércoles, 21 de enero de 2015

De vuelta

Cuando vuelves a un sitio después de estar un tiempo fuera hay cosas que cambian, y otras que se mantienen.

Han pasado 5 meses desde que estuve aquí por última vez, pero en la esquina de la cuadra antes de llegar al mercado sigue la señora de la mini-falda, con sus afilados tacones y su bolso colgado a un lado. Sigue esperando, me imagino, a cualquiera que le ofrezca un par de dolarcitos por sus servicios. En el mismo lugar y con la misma ropa (una bata blanca de médico y unos zapatos negros empolvados como si trabajara en la obra del tranvía de Cuenca) sigue también el vendedor de periódicos de la estación de autobuses. “El Extra! El Extra! Compre el Extra! Trae la noticia de un pobre guagua* que murió en un poso”, bramaba el tipo a la vez que agitaba el periódico para captar la atención de algún viajero necesitado de sensacionalismos para sobrellevar las 4 horas de viaje a Guayaquil. Curioso porque, la existencia de este tipo de medios “informativos” parece haberse expandido durante mi ausencia, ¿será que sirven de cortina de humo a la coyuntura económica que atraviesa el país en las últimas semanas?
La situación económica es algo que sí ha cambiado con respecto a hace unos meses. Aún así, Ecuador sigue creciendo y sigue atrayendo turismo. Y con la llegada masiva de gringos, vienen los problemas típicos de dicho movimiento de gentes, como los hurtos. Consecuentemente, en estos meses se han tomado nuevas medidas para atajarlos. De ello fui testigo en el bus hacia Montañita (lugar de turismo por excelencia de la costa ecuatoriana): un mensaje acústico advierte hasta la saciedad de la presencia de carteristas y, simultáneamente, el conductor recorre el pasillo del autobús con una cámara de video en mano grabando las caras de cada uno de los viajeros. Conductor multifunciones… ¿No sería más eficaz tener una cámara fija que grabase la entrada de los pasajeros? Digo yo…
Montañita sigue igual. Playa, calor y fiesta. Yo me “acerco”  allí (8 horas desde Cuenca) con motivo de mi llegada al mundo hace un cuarto de siglo. Sin embargo, mi objetivo en este regreso está claro. Además de deleitar mi paladar con frutas varias, chancho, morocho y seco de pollo, mi objetivo fundamental es vender mi formación académica esperando que, más pronto que tarde, alguien la compre para poder empezar a ejercer mis funciones correspondientes, como lo hacen el vendedor de periódicos del terminal terrestre, el Extra o la señora de la esquina.
 
*guagua= niño