lunes, 2 de febrero de 2015

Vacas y procesiones en las carreteras del Ecuador

El hecho de que aquí la distancia se mida en horas y no en kilómetros es muy revelador. Cuenca-Quito: 10 horas. Cuenca-Guayaquil: 4 horas. ¿Cuántos kilómetros los separan? Nadie lo sabe. Ni siquiera las señales de tráfico (si es que las hay…)  indican los kilómetros que faltan para llegar a un sitio (en la mayoría de los casos).

De todos modos, la referencia temporal no es más que eso, una referencia; pues normalmente hay que sumarle un par de cuartos de hora más. El viaje siempre te tiene preparado unos cuantos imprevistos. En el camino, se cruzan rebaños de vacas que descaradamente desobedecen las órdenes de su pastor, y ni siquiera se molestan con los desesperados pitidos de los conductores afectados. Las vacas, a su ritmo, invaden los carriles de la carretera, hasta que los coches ya casi las empujan con la propia carrocería hacia los laterales. Cuando no son las vacas, las procesiones interrumpen el tráfico. Procesiones religiosas a las 10 de la mañana de un domingo en pistas forestales secundarias (que no deben ni estar en el mapa), en las que nunca pensarías encontrarte un alma. Y, por desgracia, los accidentes también son un motivo (bastante, bastante) frecuente en la paralización del tráfico.
Así que bueno, después de unos meses aquí, he aprendido que cero credibilidad a cualquier referencia temporal. "Sí, mija, mañana. Mañana, ya firma el contrato”. Sigo esperando. O sea que, nada, paciencia. Y mientras tanto, ¡a seguir haciendo horas de autobús!





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