lunes, 30 de junio de 2014

Peripecias en Quito

Salir de Cuenca implica necesariamente dos cosas. Una, salir de mi zona de confort y enfrentarme a nuevos estímulos, amenazas y oportunidades. Y dos, unas cuantas horas de autobús; en este caso, 10 horas hasta Quito, la capital de Ecuador.

Quito es una ciudad de 35 km de largo y 20km de ancho, según el taxista que me recoge en la terminal terrestre y me deja en mi punto de destino en la city. Yo me lo creo. Es enorme. Y además con una significante diferencia entre el norte y el sur de la ciudad. Al norte, se concentra la clase media-alta, los negocios, las empresas y la administración local y nacional. Al sur, las clase social medio-baja, el caos, los burros en las calles y el desorden. Esta separación está claramente marcada por el monte del Panecillo que divide ambas zonas. La colina está coronada por la Virgen de Quito, una virgen gigante (al estilo del Cristo de Río de Janeiro en Brasil) que, además de dividir la ciudad en dos, da la cara a la zona norte (los ricos) y la espalda a la zona sur (los pobres).

Por supuesto no me resisto a avistar la ciudad, el norte y el sur, desde allí arriba, así que me propongo, como no, subir al monte  por las escaleras a las que se accede desde el Centro Histórico. Nada más empezar mi incursión un grabado en la pared me advierte de que no estoy en zona segura. Pero no hago mucho caso, avanzo animada por un guardia de seguridad con una cacho metralleta que me dice: ¡Dele, usted está delgadita y no le va a costar llegar arriba! Sin embargo, unos metros más arriba, una vecina sentada en las escaleras con un par de garrafas de agua me advierte de que es peligroso seguir subiendo yo solita, que me detenga en la siguiente calle y que coja el autobús o un taxi para que me deje arriba. Añade además que, a pesar de que desde hace unos meses la municipalidad haya instalado unos “ojos de águila” (cámaras de seguridad) para controlar los robos, la zona sigue siendo insegura. Este aviso, me pone realmente en alerta, así que sigo su consejo y me subo en el autobús un poco más arriba.

En el Panecillo, una insignificante decena de gringos y yo observamos las vistas. Poco turismo, pienso para mí misma, teniendo en cuenta que ese lugar es uno de los mayores atractivos de la ciudad. Sin embargo, esta percepción cambia cuando por la noche salimos por la conocida zona de La Ronda. Una calle de estilo español, colonial, que bien podría ser cualquier calle de Andalucía, que ha sido reformada y convertida en uno de los sitios de más marcha nocturnos de Quito. Esta zona sí está repleta de turistas  que, como yo, aprovechan la noche del viernes en la capital del país andino.

Tras unas horas moviéndome en esta zona desconocida o de aprendizaje, esto es Quito, regreso a Cuenca, tras otras 10 horas de autobús. Cuenca me tiene atrapada. No sé si por la ciudad en si, o más bien por todo lo que conlleva mi vida aquí.







 

lunes, 23 de junio de 2014

Inti Raymi

Aunque el sonido de pronunciar las palabras Inti Raymi teletransporte a la India (o por lo menos, esa sensación me da a mí…), lo cierto es que, aquí, en Ecuador, Inti Raymi significa en el idioma quichua, la fiesta del sol. Ésta es una tradición de los indígenas de los Andes que cada 21 de Junio, celebran la llegada del solsticio de invierno (en el caso del hemisferio sur) y veneran al padre Sol, Inti.

El sábado, decidimos ir al Inti Raymi de Ingapirca, un conjunto de restos arqueológicos de origen Inca, a unas 2 horas de Cuenca, y a 3100 metros de altitud. Nada más sacar un pie del coche, empezamos a palpar un ambiente completamente diferente al de la ciudad de Cuenca: enormes chanchos colgando del techo de las tiendas, coloridos trajes tradicionales, música, bailes, muchos bailes, y comida típica de los Andes, como el Chancho a la Barbosa, al que también se podría llamar: "chancho mareao" (pues se va cocinando a medida que se le da vueltas y más vueltas en un horno abierto de brasas). Además del chancho, otra comida típica presente era el cuy. El cuy (kuy en quichua) es técnicamente hablando un roedor de la Sierra. Hablando en plata, el cuy no es más que una pequeña ratita de la Sierra…. Pero había que probarlo, claro. Ahora ya está tachado de la lista “cosas que hacer antes de irme”, aunque con casi total certeza, no se vuelva a repetir tal experiencia...

Otro de los eventos estrella del Inti Raymi es las sesiones de chamanismo. Sin duda, lo mejor del día. Nos acercamos sorprendidos por la acumulación de personas en el centro de la plaza. Unas 20 personas esperaban su turno en el círculo creado alrededor de frutas, verduras e inciensos para depurarse de los malos espíritus. El chamán va dando vueltas al círculo, pasando por delante de cada uno de los allí presentes, y literalmente escupiéndoles a toda presión y desde una distancia inferior a 20 cm de la cara del paciente, un trago de una bebida que lleva en una botella en su mano derecha. Una bebida que, combinada con su saliva, se supone, depura/limpia. Realmente, una escena ¡digna de ver!


A diferencia del cuy, la sesión de chamanismo (para quitarme cualquier posible mal espíritu/vibras antes de volver a Europa) aun sigue en la lista de “cosas que hacer antes de irme”. Aunque sinceramente no tengo yo muy claro que finalmente pueda tachar esa actividad de la lista de tareas…








jueves, 19 de junio de 2014

Frases

Dos (grandes) verdades en las calles de Cuenca,


sábado, 14 de junio de 2014

Días de fútbol

Yo pensaba que en España éramos (muy) forofos del fútbol. Pero luego, llegué a Ecuador. Aquí realmente me he dado cuenta de que los partidos de fútbol, y ahora los partidos del mundial, paralizan completamente cualquier actividad. Todo. Juegue o no la selección tricolor, Ecuador.

Cuando digo todo es to-do: clases en la U (como le llaman aquí a la Universidad), reuniones de trabajo y, en general, cualquier actividad productiva (a excepción, por supuesto, de los negocios hosteleros que, con esto de que muchos partidos del mundial coinciden justamente a las 14h del fuso horario ecuatoriano, la hora de comer, son los mayores beneficiados). Además mientras hay partidos, el caótico tráfico de repente se vuelve inexistente y las calles que tan vivas están durante el día, pasan a estar sólo transitadas por los outsiders, los raros a los que nada les importa el fútbol ni la selección…que son pocos, por cierto.
A parte de paralizar todo, el mundial implica la casi obligación de contribuir a las “pollas” (en alguna ocasión ya he comentado que los cuencanos producen la R de forma relajada, tan relajada que la doble R -rr- se convierte en doble L -ll-). Esto es, con el mundial llega la casi obligación social de participar en las porras de fútbol: la aportación de unos 20$ a la porra organizada por amigos o compañeros de trabajo es imprescindible.

Yo, por suerte, parto con 2 ventajas en este mundial: una, tengo tres selecciones a las que apoyar según me convenga (de momento, Holanda, puesto que el debut de Ecuador no se ha producido, y que España ya tiene un pie dentro del Iberia: Curitiba-Madrid). Y mi segunda ventaja, dado que en realidad no me fío de ninguno de los tres sino más bien del poder de la afición brasileña para volver a llevar a su equipo a lo más alto, no me he gastado ni 1$ en “pollas”.

miércoles, 11 de junio de 2014

La Isla de la Plata


Ser Piquero de patas azules en la Isla de la Plata no es tarea fácil, especialmente entre los meses de Noviembre a Marzo, los meses de temporada alta de turistas, lo que supone la llegada a la Isla de entre 11 y 12 embarcaciones cargaditas de turistas. El resto de meses sólo llegan entre 2 y 3 lanchas procedentes de Puerto López, tras cuarenta kilómetros  y aproximadamente una hora y diez minutos de viaje dando tumbos, con las melenas al viento y las pieles al sol.

Cuando desembarcan los turistas en la Isla se les ve con fuerzas, con ganas de comerse la isla y de encontrar los tesoros que, se dice, Sir Francis Drake escondió aquí, en la Isla de la Plata, después de arrebatárselos a los españoles. Unos llevan buen calzado para caminar con comodidad las tres horas que dura el recorrido. Otros, unas simples sandalias cumplen la función de poder decir que han estado en la que dicen es “la Galápagos de los pobres”.
Sus rutas senderistas suelen interrumpir nuestras actividades diarias, como por ejemplo la incubación de los huevos. Sin embargo, hay dos momentos en los que los turistas se olvidan de nosotros para focalizar su atención en otros dos atractivos de la isla. En primer lugar, el ave fragata, su vistosa papada roja no sólo consigue atraer a las hembras de su especie, sino también a los largos objetivos de las cámaras de los foráneos. Y en segundo lugar, los saltos de las ballenas. Los turistas se detienen en los acantilados de la isla para avistar los saltos de estos mamíferos que llegan en estos meses a las cálidas aguas de Manabí para dar a luz a sus bebés ballenas, después de miles de kilómetros viajando desde la Antártida.
 
A medida que el grupo de senderismo avanza por la isla y que el sol hace su aparición entre las nubes, cobran más fuerza las ganas de los turistas por bañarse en la zona sudeste de la isla, a resguardo de las fuertes olas que azotan el norte. Allí, entre alguna que otra tortuga marina, coral, Nemos y Doris, los turistas se lanzan al agua desde las lanchas que los han traído a la Isla, antes de volver a tierra firme, para acabar el día disfrutando de la impresionante puesta de sol desde la playa de Puerto López; unos desde la orilla, otras desde la silla del socorrista.

 
Mientras, en la isla, los piqueros de patas azules aprovechamos la calma de la deshabitada isla  para preparamos para la llegada del siguiente grupo con los primeros rayos del amanecer.



 

lunes, 2 de junio de 2014

Ser

  • Libertad es vivir sin teléfono móvil.
  • Amor es lo que sienten las madres que salen a trabajar con sus guaguas (hijos) en la parte baja del  carro de chifles.
  • Frío es Cuenca a las 7 de la mañana.
  • Mezcla es pakistanís, mestizos, indígenas, asiáticos, norteamericanos, afroecuatorianos y europeos viviendo en este mismo espacio.
  • Prisa es lo que no conozco desde hace un mes.
  • Afonía es la señora de la esquina 8 horas al día gritando: “lotería para hoy, para hoy lotería”.
  • Común es la quema de incienso en las esquinas de las calles para purificar los sitios.
  • Rápido es como se pasan mis días.
  • Intrigante es la calle vacía cuando cae la noche.
  • -ita es el sufijo favorito del ecuatoriano: Anita (como dejó claro el Presidente Correa en su entrevista con Ana Pastor) Paulita, Carlita…
  • Alta es como me siento en ocasiones cuando me comparo con alguna cholita (otra de mis paradojas: con mi 1,58m ¿alta?)

  • ¿Bonito? Todo me parece bonito.