Hay lugares que, por muchas veces que vayas, nunca te cansan. Para mí, el Hotel Vela es uno de ellos.
No sólo por la sensación que te produce estar debajo de semejante edificio en el que además te ves reflejado, sino por el espacio en el que está situado. Al norte, la ladera de Montjuic protege el resto de la ciudad que se extiende hasta el pirulí del Tibidabo. Al este, la costa maresmenca se desdibuja hasta confundirse con el mar. Al oeste, en la zona portuaria, se hacinan contenedores, máquinas, barcos y coches que recuerdan que todas las ciudades bonitas tienen sus lugares menos agraciados. Al sur, el charco. A los mallorquines les encanta decir que "en días (muy) soleados, se puede avistar Mallorca desde Barcelona". En ese momento, yo me acuerdo de la canción esa que dice: "será maravilloso viajar hasta Mallorca sin necesidad de tomar el barco o el avión; sólo caminando, en bicicleta o auto-stop".
Look around to get inspired.
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