lunes, 26 de enero de 2015

Con un pie en el Oriente

Empieza a amanecer. Después de 9 horas, el negro negruzco que se ve a través de la ventana escampa y se transforma en un azul oscuro, que poco a poco se convierte en un azul más claro, combinado de rosa, naranja, rojo y amarillo. Con la luz del sol, el calor húmedo del Oriente ecuatoriano entra por la puerta del autobús, cada vez que se abre para recoger a los trabajadores que empiezan su jornada laboral con los primeros rayos del sol. Es el calor de la selva. Estamos llegando a Puyo. Parada para recargar pilas con un bolón de chicharrón y carne, y un tazón de leche. Con el estómago contento, seguimos. Faltan 2 horas hasta Tena. El paisaje confirma que la Sierra andina queda atrás. Ahora, la vegetación, los ríos, y el calor son abrumadores y tropicales. Y esto es sólo la entrada al Amazonas…
 
En Tena desde luego empieza otro mundo. Otro Ecuador. Los niños comen el producto escondido en las cañas de los árboles; los perros pasean por la Iglesia donde imparto el curso de desarrollo sostenible; el ritmo es pausado (más aun si cabe); las peluquerías el servicio más común en las cuatro calles que conforman la ciudad; los anuncios con actividades de deportes de aventura, el mayor atractivo turístico; y la lluvia, torrencial. En Tena, me doy cuenta de que Ecuador es tan diverso que yo sólo quiero seguir viajando para poder descubrir su riqueza.


 

miércoles, 21 de enero de 2015

De vuelta

Cuando vuelves a un sitio después de estar un tiempo fuera hay cosas que cambian, y otras que se mantienen.

Han pasado 5 meses desde que estuve aquí por última vez, pero en la esquina de la cuadra antes de llegar al mercado sigue la señora de la mini-falda, con sus afilados tacones y su bolso colgado a un lado. Sigue esperando, me imagino, a cualquiera que le ofrezca un par de dolarcitos por sus servicios. En el mismo lugar y con la misma ropa (una bata blanca de médico y unos zapatos negros empolvados como si trabajara en la obra del tranvía de Cuenca) sigue también el vendedor de periódicos de la estación de autobuses. “El Extra! El Extra! Compre el Extra! Trae la noticia de un pobre guagua* que murió en un poso”, bramaba el tipo a la vez que agitaba el periódico para captar la atención de algún viajero necesitado de sensacionalismos para sobrellevar las 4 horas de viaje a Guayaquil. Curioso porque, la existencia de este tipo de medios “informativos” parece haberse expandido durante mi ausencia, ¿será que sirven de cortina de humo a la coyuntura económica que atraviesa el país en las últimas semanas?
La situación económica es algo que sí ha cambiado con respecto a hace unos meses. Aún así, Ecuador sigue creciendo y sigue atrayendo turismo. Y con la llegada masiva de gringos, vienen los problemas típicos de dicho movimiento de gentes, como los hurtos. Consecuentemente, en estos meses se han tomado nuevas medidas para atajarlos. De ello fui testigo en el bus hacia Montañita (lugar de turismo por excelencia de la costa ecuatoriana): un mensaje acústico advierte hasta la saciedad de la presencia de carteristas y, simultáneamente, el conductor recorre el pasillo del autobús con una cámara de video en mano grabando las caras de cada uno de los viajeros. Conductor multifunciones… ¿No sería más eficaz tener una cámara fija que grabase la entrada de los pasajeros? Digo yo…
Montañita sigue igual. Playa, calor y fiesta. Yo me “acerco”  allí (8 horas desde Cuenca) con motivo de mi llegada al mundo hace un cuarto de siglo. Sin embargo, mi objetivo en este regreso está claro. Además de deleitar mi paladar con frutas varias, chancho, morocho y seco de pollo, mi objetivo fundamental es vender mi formación académica esperando que, más pronto que tarde, alguien la compre para poder empezar a ejercer mis funciones correspondientes, como lo hacen el vendedor de periódicos del terminal terrestre, el Extra o la señora de la esquina.
 
*guagua= niño