viernes, 4 de julio de 2014

El poder del sol

Pensaba que con la llegada del verano al hemisferio norte, mi estancia en el hemisferio sur iba a ser de lo más fría... Así me lo habían advertido. Pero la verdad es que superados los primeros 20 gélidos días de Junio, estas últimas semanas están siendo de lo más calurosas y soleadas. Y ¡cómo se agradece! No sólo porque me ha permitido sacar camisetas de manga corta que aun no habían hecho aparición estelar fuera de la maleta, sino porque además, de alguna manera la melanina está influyendo en la serotonina (hormona de la felicidad) y me está haciendo ver todo de color de rosa; incluyendo los plantones de entrevistados, la apatía de los comerciantes por realizar la dichosa encuesta de mi investigación y la tediosa cancioncilla de la vecina de enfrente pidiendo a su guagua (hijo) que baje el volumen del televisor.
 
El sol lo arregla todo. O casi todo. Hay cosas que, por desgracia, por mucho calor y sol que haya no se pueden arreglar. Como que el día 20 tengo que estar sí o sí en Guayaquil para empezar a ver mis historias en Cuenca como hechos del pasado.
Hasta ese día, de todos modos, voy a seguir absorbiendo rayos de sol y viendo todo color de rosa, no sea que no haya regreso en un futuro… Aunque en realidad algo o alguien me dice todo lo contrario.

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