lunes, 9 de mayo de 2016

Un poco de todo y de nada



Que esta vida es de preguntas, más que de respuestas. De tardanzas, más que de puntualidades. De libros por la mitad, que de libros finalizados. De helados de chocolate que se derriten en las sandalias recién estrenadas, que de facturas lanzadas desde la cama que entren en la papelera. De niños reclamando la atención de sus padres, que de camareros pendientes de que quieres más kétchup en tus papas. Sí, eso, indiferencia, o ignorancia. De las atrevidas esas, hablamos. Y no por la mini-falda que lleva en los ocho grados nocturnos de la Sierra Andina –¡que cada uno vista como quiera! – sino por atreverse a hablar de política, como lo hace de futbol o de religión. Con mucho ímpetu y pocos argumentos. Esos son los que le faltan también al que dice que “un clavo saca a otro clavo”. Bendito Romeo Santos que advierte que eso sólo rima. Una de sus pocas frases coherentes. Pues esto va más de incoherencias e incongruencias, que de mosquitos que respeten tus piernas cuando visitas la costa ecuatoriana. Harta me tienen ya. Mis uñas ya están limadas de tanto rascarme, como lo están mis nalgas cuando decido emprender “carretera y manta” por este país cuyo eslogan turístico “recorre la costa, la Sierra y el Amazonas en un solo día”, no hace más que confirmar que lo de exagerar se nos da muy bien. A la moderación que le zurcen. En lugar de un morocho, ¡póngame dos, por favor! Como si la leche endulzada con azúcar y canela fuese a quitarle las penas a una. Para eso ya están las peluqueras, que por cada sesión les debían de convalidar un año de psicología: “hágame caso, mija, córtese un poco más las puntas que ya lo están pidiendo a gritos”. A gritos voy a contestar la próxima vez que me sirvan el segundo plato sin haberme acabado antes la sopa. Tanta prisa para algunas cosas y cuando la reunión está agendada para las nueve, empieza a las diez. Misterios de la vida… Por suerte, la colección de libros de “Antiprincesas” ya está a la venta y pretende resolver alguno de estos enigmas: “Hija, te acuerdas de cuando hablamos de que no existían los Reyes Magos, ni Papá Noel? Pues hoy vamos a hablar del Príncipe Azul”. Toma. Uno menos. Sigue. Dale. Hasta abajo. Cual canción de reggaetón.

miércoles, 12 de agosto de 2015

Otra de autobuses

Yo era fiel acérrima de la afirmación “con Correa ya no hay corrupción”, sin embargo el otro día se me acabó el argumento. Ya me habían contado la historia de los $5, pero nunca lo había vivido in-situ.

No habíamos salido del terminal de autobuses de Santo Domingo, que el chofer ya se estaba quejando del exceso de pasajeros que llevábamos. Y ley de Murphy: a los pocos kilómetros, control policial. Nos hacen parar y le piden la licencia al conductor. “Póngase detrás del otro bus”, al que también habían detenido, nos indican.
En ese momento, el conductor saca un estuche de la guantera izquierda y extrae un billete de $5 y murmura: “Lucho”, extendiéndole el billete de cinco al copiloto. Obedeciendo, Lucho baja del autobús con los 5$. A los dos minutos, regresa. Con un “vamos”, le indica al conductor que retome la marcha, no sin antes entregarle de vuelta su licencia de conducción. Y sin rastro del billete de $5.

Como se habían vendido más boletos que asientos disponibles en el autobús, voy sentada en un banquito detrás del conductor y observo esta escena desde primera fila. “Estos guambras* del terminal son unos aventajados”, reclamaba el chofer sobre los vendedores de boletos del terminal, incluso antes de tener que pagar los platos rotos por el exceso de pasajeros.
No sólo los policías están haciendo su particular agosto del puente de 3 días…,todo aquel que está metido en alguna actividad relacionada con los serranos-domingueros que aprovechan el feriado para ir a la costa, está al acecho.

Curiosamente, mientras escribo estas líneas en el que es el cuarto autobús del día, levanto la mirada para ver por qué hemos parado otra vez, y la siguiente frase en una pegatina capta mi mirada: “media fruta mala corrompe y daña a la fruta buena”. ¡Eso mismo pienso yo!


*chicos


 
 

domingo, 10 de mayo de 2015

De recopilaciones

Superado el trauma de las corvinas de Febrero, estos meses han sido de reencuentros y despedidas; baños en el Pacífico y aguas termales; de temazcales; de trabajo, mucho trabajo; de sonrisas, sudor y lágrimas; de skypes; de ensaladas de fruta y morochos; de boda; de disfraces de monja y de chola que no hacen más que confirmar la frase “las apariencias engañan”; de conflictos y de resolución de conflictos; de arroz y más arroz (¿ no era que me gustaba?); de tele transportaciones a la India los domingos por la noche con los platos especiados del Paki y sus videos bolliwodienses; de playas paradisíacas; de nuevos sellos en el pasaporte, de Perú; de estrés; de visitas a la zona rural y mingas; de curso de gestión de riesgos y desastres, y de terremotos de 5,8 grados en la escala de Richter; de aniversarios de llegada al Ecuador; de mucho Romeo y poco Marc; de mucho comer y poco correr, a excepción de los 15k; de mucha resistencia y poca velocidad; de reuniones; preguntas indecentes; cuidados intensivos al bonsái que se marchita delante de la terraza; de partidos de futbol de primera división que parecen de tercera, y empates que enloquecen a la grada; de regalar trocitos del músculo que bombea en mi pecho a viajeros, enfermos y anónimos; de pérdida de anonimato y ratos pensando en ello; de infinitas carcajadas nocturnas con Leo Harlem; de comerciantes bravos; de ideas magistrales y olvidos garrafales que cuestan puestos de trabajo y unas cuantas canas.
 
Tras las corvinas de Febrero, sólo espero/deseo que la venta de pescado en esta lonja no cese o, al menos, siga tan animada como hasta ahora.

 



 

domingo, 15 de febrero de 2015

Corvinas machaleñas

Ojos que no ven, corazón que no siente. Eso es lo que pensé mientras veía cómo metían el pescado en el autobús de Machala (ciudad costera y pesquera del sur de Ecuador) con destino Cuenca (ciudad serrana).

Las cajas de pescado eran tan pesadas que era imposible no arrastrarlas; rozando por el suelo aquellas colas de corvina que se escapaban de los plásticos en las que iban envueltas. Los 32º y la humedad del momento hacen inevitable que el esfuerzo de los dos mozos que empujan las cajas, no resulte en gotas de sudor chorreando sobre las escamas de las corvinas. Para más inri, alguna cucaracha ronda la zona y, por descontado, las moscas revolotean las cajas enviciadas por el olor de los peces.
Yo observo la operación a escasos dos metros. Me gustaría echarles una mano. Sin embargo, lo que hago es contener alguna tímida carcajada. En realidad, la situación es tan surrealista que en ese momento no sé si morirme de risa o morirme de asco. Seguramente, la misma duda me surja mañana cuando me digan: “ de segundo tenemos corvina”.





lunes, 9 de febrero de 2015

10 cosas que...

10 cosas que no dejan de sorprenderme:

1.       Que tu estado civil sea pregunta obligada en cualquier trámite, tipo abrir una cuenta en el banco o firmar un contrato de trabajo…: ¿soltera, casada, viuda?
2.       Que el café, tinto, sea  el refrigerio de las 17h de la tarde.
3.       Que lo formal y normal sea lo informal y lo improvisado a última hora.
4.       Que los niños del balcón de enfrente se pasen el día en el balcón, incluso durante las horas de colegio.
5.       Que entres a cualquier institución pública y el sonido de fondo sea las funcionarias coreando a Prince Royce, con la radio en volumen 100.
6.       Que algo tan simple como una salsa de ají (esto es, cilantro, cebolla, ajo, limón, sal y ají) tenga un sabor tan diferente en cada picantería.
7.       Que Dori lleve 20 años trabajando entre lavadoras y secadoras 24 horas al día, 7 días a la semana.
8.       Que los mediodías sean tan calurosos y las noches tan frías.
9.       Que ya haya pasado un mes desde que regresé a estas cuatro paredes que tan bien me acogen.
10.   Que los chinos se unan, como yo, a la migración a tierras ecuatorianas.

martes, 3 de febrero de 2015

Mediando bajo la luz de una vela

La luz de la luna llena no es suficiente para iluminar la sala de la Casa Comunal. La empresa pública encargada de gestionar la luz y el agua de la Casa Comunal en la que nos encontramos ha cortado los servicios por el impago de numerosas facturas. Así que no hay ni luz, ni agua. La directiva que representa a los vecinos del barrio culpa a la Asociación de Sordo Mudos de haber generado tal deuda en los últimos meses, y se desentiende del impago. El Presidente de la Asociación de Sordo Mudos, por su parte, a través de la intérprete, manifiesta su conformidad con hacerse cargo de la deuda del agua, pero no así de la factura de la luz, pues según él, la directiva barrial también ha contribuido al gasto de la electricidad.

Mi función en la sala es propiciar algún tipo de acuerdo entre los vecinos y la Asociación de discapacitados. Por suerte, otro compañero de Desarrollo Social está allí, y entre todos conseguimos una justa distribución de las salas de la Casa Comunal y un incipiente acuerdo en cuanto a los pagos de las facturas. Acuerdo que se firma bajo la luz de una minúscula vela puesto que, aunque la luna ya está un poco más arriba dos horas después del inicio de la sesión, no es suficiente para iluminar los cinco puntos de acuerdo.
A pesar de la oscuridad del sitio , yo contenta. Primera misión resuelta satisfactoriamente.

lunes, 2 de febrero de 2015

Vacas y procesiones en las carreteras del Ecuador

El hecho de que aquí la distancia se mida en horas y no en kilómetros es muy revelador. Cuenca-Quito: 10 horas. Cuenca-Guayaquil: 4 horas. ¿Cuántos kilómetros los separan? Nadie lo sabe. Ni siquiera las señales de tráfico (si es que las hay…)  indican los kilómetros que faltan para llegar a un sitio (en la mayoría de los casos).

De todos modos, la referencia temporal no es más que eso, una referencia; pues normalmente hay que sumarle un par de cuartos de hora más. El viaje siempre te tiene preparado unos cuantos imprevistos. En el camino, se cruzan rebaños de vacas que descaradamente desobedecen las órdenes de su pastor, y ni siquiera se molestan con los desesperados pitidos de los conductores afectados. Las vacas, a su ritmo, invaden los carriles de la carretera, hasta que los coches ya casi las empujan con la propia carrocería hacia los laterales. Cuando no son las vacas, las procesiones interrumpen el tráfico. Procesiones religiosas a las 10 de la mañana de un domingo en pistas forestales secundarias (que no deben ni estar en el mapa), en las que nunca pensarías encontrarte un alma. Y, por desgracia, los accidentes también son un motivo (bastante, bastante) frecuente en la paralización del tráfico.
Así que bueno, después de unos meses aquí, he aprendido que cero credibilidad a cualquier referencia temporal. "Sí, mija, mañana. Mañana, ya firma el contrato”. Sigo esperando. O sea que, nada, paciencia. Y mientras tanto, ¡a seguir haciendo horas de autobús!