Yo era fiel acérrima de la afirmación “con Correa ya no hay corrupción”, sin embargo el otro día se me acabó el argumento. Ya me habían contado la historia de los $5, pero nunca lo había vivido in-situ.
No habíamos salido del terminal de autobuses de Santo Domingo, que el chofer ya se estaba quejando del exceso de pasajeros que llevábamos. Y ley de Murphy: a los pocos kilómetros, control policial. Nos hacen parar y le piden la licencia al conductor. “Póngase detrás del otro bus”, al que también habían detenido, nos indican.
En ese momento, el conductor saca un estuche de la guantera izquierda y extrae un billete de $5 y murmura: “Lucho”, extendiéndole el billete de cinco al copiloto. Obedeciendo, Lucho baja del autobús con los 5$. A los dos minutos, regresa. Con un “vamos”, le indica al conductor que retome la marcha, no sin antes entregarle de vuelta su licencia de conducción. Y sin rastro del billete de $5.
Como se habían vendido más boletos que asientos disponibles en el autobús, voy sentada en un banquito detrás del conductor y observo esta escena desde primera fila. “Estos guambras* del terminal son unos aventajados”, reclamaba el chofer sobre los vendedores de boletos del terminal, incluso antes de tener que pagar los platos rotos por el exceso de pasajeros.
No sólo los policías están haciendo su particular agosto del puente de 3 días…,todo aquel que está metido en alguna actividad relacionada con los serranos-domingueros que aprovechan el feriado para ir a la costa, está al acecho.
Curiosamente, mientras escribo estas líneas en el que es el cuarto autobús del día, levanto la mirada para ver por qué hemos parado otra vez, y la siguiente frase en una pegatina capta mi mirada: “media fruta mala corrompe y daña a la fruta buena”. ¡Eso mismo pienso yo!